sábado, 2 de mayo de 2015

Aikido, una forma de vida

Primeramente quería disculparme, ya que esta entrada fue subida el 15/04/2015, pero debido a problemas técnicos del visionado de algunas partes de la entrada me he visto obligado a volver a subirla. La otra entrada será eliminada, pero el contenido es el mismo que en la primera ocasión.
Gracias y disculpen las molestias.

Buenas tardes bloggers. En mi primera entrada oficial, voy a hablaros sobre el arte marcial que practico actualmente: el Aikido.

Aikido significa unión de las fuerzas físicas y mentales. De manera que con esta primera definición se muestra que la práctica de este arte no es exclusivamente corporal y material, sino que ofrece un cultivo del alma y del espíritu, para poder conseguir en última estancia la armonía entre el cuerpo y la mente.

El Aikido es un arte marcial relativamente reciente, proviene del cómputo de las artes marciales japonesas, el budo. Budo es el camino de los maestros samurái, empeñados durante cientos de años en conjurar las consecuencias de la guerra y dotar a los guerreros de una salida espiritual a sus vicisitudes en este mundo. Budo significa: camino del guerrero; es decir, la adquisición por parte de la especie dedicada natural o instintivamente a la lucha, de las virtudes del sabio y del artista para dominar sus energías destructivas y encauzarlas hacia fines socialmente útiles.

Su fundador fue Morihei Ueshiba, nació el 14 de Diciembre de 1883 y vivió durante la etapa turbia de la modernización de Japón. Debido a esto, a su amor por las artes marciales y a su profundo deseo de revivir el aspecto espiritual del budo, estableció el Aikido como arte marcial que pudiera hacer frente las necesidades de sus contemporáneos. El maestro Ueshiba concluyó que el verdadero espíritu del Aikdio (y también del budo), no se encuentra en una atmósfera competitiva y combativa, donde la fuerza bruta domina y el objetivo supremo es la victoria a cualquier precio, sino en la búsqueda de la perfección como ser humano, física y mentalmente, a través del entrenamiento constante y de la práctica de las artes marciales con espíritus afines. Su finalidad, de naturaleza profundamente religiosa, se resume en un sólo enunciado:

"La unificación del principio creativo fundamental, KI, que impregna el universo con el KI individual, que es inseparable del poder respiratorio de cada persona."

Gracias al maestro Ueshiba, el primer principio del budo, tal como el lo formuló- el entrenamiento constante de la mente y del cuerpo como disciplina básica para los seres humanos que caminan por el sendero espiritual-, se transformó en el Aikido, un arte marcial contemporáneo que en la actualidad es adoptado por numerosas personas en el mundo como la disciplina marcial más adecuada a nuestra época.

Por tanto, una de las principales diferencias con el resto de artes marciales radica en su espíritu pacífico. El Aikido no busca el mejor ataque, sino la mejor defensa. La finalidad del Aikido es utilizar la energía del oponente (KI) en su contra para neutralizar y disipar sus intenciones agresivas; para ello se basa en una serie de movimientos como proyecciones, inmovilizaciones, luxaciones y atemis (golpes a los puntos vitales).

Debido a su carácter marcial, cualquier practicante que tenga intención de progresar y sumergirse en el verdadero arte del Aikido deberá ser respetuoso con sus compañeros y con el maestro, humilde en el camino de su aprendizaje, constante en la práctica y sacrificado en los momentos en los que las fuerzas flaqueen.

Por último cabe destacar, que el Aikido tiene un componente terapéutico en tres niveles diferentes:
  • A nivel físico mejora la salud mediante el desarrollo armonioso de todas las partes del cuerpo, el aumento en la elasticidad de las articulaciones, la corrección de la columna vertebral, el control de la respiración y la relajación.
  • A nivel técnico, la ejecución de movimientos exige un estudio del desequilibrio y el conocimiento y utilización de la energía.
  • A nivel moral, que es el que traslada la calma y la armonía obtenidas en el dojo a la vida real, aporta unos valores de amabilidad, ayuda, bondad, coraje, modestia y autodominio.
Personalmente, lo que me ha aportado el Aikido a nivel espiritual es un nuevo enfoque de mis problemas en el ámbito personal. A veces nos obcecamos en que las cosas son de una determinada manera, o que la solución a un problema solo pude llegar a través de un camino... A mí, el Aikido me ha enseñado a ver más allá. Podría establecer una comparación con la práctica; en el momento de comenzar con la clase, una vez realizado el calentamiento comenzamos con las técnicas. Todas las técnicas que realizamos son en relación a una misma forma de atacar, de manera que te abre un abanico de posibilidades acerca de cómo contrarrestar el ataque del compañero en base a una forma fija. Otra de las cosas fundamentales que he reforzado con el Aikido es a no rendirme, la vida nos pone a prueba, nos coloca en ocasiones en circunstancias en las que parece que no vamos a levantar cabeza, sin embargo, el coraje no se mide por el número de veces que golpees, sino por el número de veces que te levantes tras el golpe. De la misma forma que antes puedo establecer un paralelismo con la práctica. Durante ésta, nos pasamos la mayor parte de la clase en el suelo, tras haber sido derribados por la técnica. El propio ritmo de la clase te hace caer y levantarte, caer y levantarte, caer y levantarte, continuamente y aunque duela.

Finalmente quería agradecer a mi maestro Tomás Sánchez que no solo me ha enseñado a ver el Aikido como una defensa personal, sino como un arte y una forma de vida.

Referencias bibliográficas: en estos sitios web podréis informaros con más detalle sobre el arte del Aikido.

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